viernes, 13 de noviembre de 2009

herejes, herejes y más herejes.

A los obispos parece que les encanta prohibir y condenar. No se dan cuenta de la reacción que provocan sus declaraciones en buena parte de la sociedad y en buena parte de la Iglesia católica de la que se creen que tienen el patrimonio exclusivo.

La última declaración del portavoz de la Conferencia Episcopal Española , las palabras que emplea, el tono que utiliza, causan desasosiego, aunque el que suscribe este post se manifiesta inequívocamente a favor de la vida ( probablemente igual que algunas de las mujeres que se ven obligadas a abortar porque se encuentran desesperadas, desasistidas, condenadas)

Lo que me causa perplejidad es que no se hable de herejía cuando se producen maridajes entre miembros de la jerarquía eclesiástica y el poder económico, cuando no se cuestionan suficientemente situaciones de injusticia estructural que condenan a la postración , al anonimato y a muerte a millones de persona. Máxime cuando las causas de esta injusticia estructural están en el modo de vida de los países del Norte del que participan, sin mucho problema, nuestros obispos y su portavoz

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