No podemos quedarnos inmóviles al borde del camino. No podemos congelar el entusiasmo. No podemos relajar las fuerzas y la proyección. Los tiempos son recios, el egoismo pretende ganar terreno a la vida. Reaccionar, levantarse, no resignarse.
Oigo a Benedetti con su poema no te salves, vibro con la plegaria a un labrador de Victor Jara y me digo una y mil veces que no podemos guardar de este mundo un lugar tranquilo cuando millones de nuestros hermanos están privados de dignidad.
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