En la Elipa, mi barrio, hay un consulado. Curioso ¿no? porque la Elipa no es,digamos lo que se dice un barrio de embajadas (de hecho la embajada está en otro barrio)
Todos los días, antes de las seis de la mañana, ya hay gente haciendo cola para tramitar su documentación allí en cuanto la oficina se abra. Para aprovechar la mañana y luego marchar a sus trabajos en el servicio doméstico. Gente pasando frío y calor, gente que va llegando y engrosa la fila,.Pícaros de todo tipo y condición que ofertan desde esperar a cambio de un precio, hasta la dirección de tal o cual gestoría, o incluso la promoción de una casa de alto nivel en su país de origen que ya se puede comenzar a pagar en cómodos plazos demostrando (cómo no) que la aventura española funcionaba
Los taxis y los autobuses llegan con nuevos inmigrantes que se unen a los anteriores. Mientras tanto, entre los esperantes se gestan conversaciones que versan en torno al tiempo en España, el trabajo, la familia, las visas o una posible regularización...mientras tanto, uno se va a hacer fotocopias a la funeraria de la esquina, en la que,junto a los modelos de lápidas y crucifijos, ha aparecido como por ensalmo una maquina que hace fotocopias a 0,10 euros. La tienda en cuestión abre a las seis, la misma hora que el locutorio que acaban de inaugurar unos espabilados en el sótano de un edificio y que permite conectarse a internet con unos ordenadores viejos, y también hacer fotocopias o comprar unas patetas o unos productos de la tierra.
No están descontentos los empleados del bar de al lado, que hace un año no levantaba cabeza y ahora está repleto de gente que se toma el primer o el segundo cafe. Tampoco le parece ir nada mal a la ultramoderna sucursal bancaria que anuncia envíos de dinero al país sin comisiones.
los vecinos del barrio que pasan por la zona observan entre admirados, curiosos y disgustados, la fila de esperantes matutinos que cada a día les toman la delantera.
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